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  • Foto del escritorMarcelo Aguirre

Mindfulness del cuerpo y los cuatro elementos: Una experiencia sanadora



En la búsqueda de paz interior y comprensión profunda del ser, el mindfulness del cuerpo se nos presenta como una práctica esencial. Dentro de esta práctica, los cuatro elementos —tierra, agua, fuego y aire— juegan un papel crucial, siendo no solo componentes básicos de nuestra existencia física, sino también puentes hacia una conexión más amplia con el universo.


El reconocido maestro zen Thich Nhat Hanh, en The Heart of the Buddha's Teaching (El corazón de las enseñanzas de Buda), nos ofrece una perspectiva enriquecedora sobre cómo integrar esta conciencia elemental en nuestra práctica de mindfulness. A continuación les comparto unos fragmentos de este maravilloso aporte:


Otro de los métodos que el Buda ofreció para practicar el mindfulness del cuerpo 'en el cuerpo' es ver los elementos de los que está compuesto: tierra, agua, fuego y aire. «Al inhalar, noto el elemento tierra en mí. Al exhalar, sonrío al elemento tierra en mí». El 'elemento tierra' se refiere a cosas que son sólidas. Cuando vemos el elemento tierra dentro y fuera de nosotros, nos damos cuenta de que realmente no hay límite entre nosotros y el resto del universo. A continuación, reconocemos el elemento agua dentro y fuera de nosotros. «Al inhalar, soy consciente del elemento agua en mi cuerpo». Meditamos sobre el hecho de que nuestro cuerpo es más del setenta por ciento agua. Después de eso, reconocemos el elemento fuego, que significa calor, dentro y fuera de nosotros. Para que la vida sea posible, debe haber calor. Practicando esto, vemos una y otra vez que los elementos dentro y fuera de nuestro cuerpo pertenecen a una misma realidad, y ya no estamos confinados por nuestro cuerpo. Estamos en todas partes. (...)

La práctica del mindfulness del cuerpo y la contemplación de los cuatro elementos nos invitan a reconocer y apreciar nuestra interconexión con el mundo que nos rodea. A través de la atención plena dirigida a estos elementos presentes en nuestro cuerpo, podemos trascender la percepción limitada de nosotros mismos como entidades aisladas, abriendo nuestro corazón y mente a una comprensión más holística de la existencia, dentro de la cual todo —incluyéndonos— está interconectado con todo lo demás.



El elemento aire, experimentado a través de la práctica de la respiración consciente, nos ofrece una manera directa y tangible de conectar con el momento presente.


«Al inhalar, sé que estoy inhalando. Al exhalar, sé que estoy exhalando».

Esta simple atención al acto de respirar nos conduce a reconectar con aquella calma que mora en lo más profundo de nuestro ser, debajo del vaivén de las emociones y pensamientos, y nos aproxima a una mayor conciencia de nuestro ser en interconexión con el universo.


La sublime belleza de esta práctica reside en su simplicidad y profundidad. No se trata de controlar nuestra respiración, sino de observarla y permitir que se despliegue naturalmente, a su propio ritmo, como se despliega la realidad misma a cada instante. Al observar nuestra respiración, descubrimos que se va volviendo más lenta y profunda de manera natural, y con ello, nuestra mente y cuerpo encuentran, poco a poco, un estado de serenidad y reposo. La clave está en perseverar en la práctica.


«Al inhalar, me siento en calma. Al exhalar, me siento a gusto. Paro de luchar. En calma... A gusto».

Este mantra nos guía hacia una aceptación amable del momento presente, en el que nos permitimos soltar preocupaciones y ansiedades y, en su lugar, sonreímos a nosotros mismos y al mundo.



La práctica concluye con un recordatorio del inmenso valor del presente:


«Al inhalar, habito profundamente en el presente. Al exhalar, sé que este es un momento maravilloso. En el presente... Momento maravilloso».

En la atención al momento presente encontramos no solo un refugio en el aquí y ahora, sino también una fuente inagotable de alegría y gratitud por la simple maravilla de estar vivos.

Nada es más valioso que estar en el momento presente, completamente vivo y plenamente consciente:
«Inhalo... Exhalo».
«Inhalo profundo... Exhalo lento».
«Inhalo, me siento en calma... Exhalo, Me siento a gusto».
«Inhalo, sonrío... Exhalo, suelto toda tensión».
«Inhalo, momento prensete... Exhalo, momento maravilloso».
Si usas este poema durante la meditación sentada o de a pie, puede serte muy nutritivo y sanador. Practica cada línea durante el tiempo que quieras».
(Thich Nhat Hanh, 2015; pp. 62-63 / Trad. del autor de este blog)

Este poema de la respiración consciente nos enseña a apreciar cada inhalación y exhalación como una oportunidad para conectarnos más profundamente con nosotros mismos y con el vasto mundo que nos rodea. Cada línea es una invitación a experimentar la plenitud de la vida con cada fibra de nuestro ser, reconociendo que, en la práctica del mindfulness del cuerpo y los cuatro elementos, no estamos solo aprendiendo a fluir serenos y a navegar en calma a través de las olas de la vida, sino también a reconocernos como parte integral del tejido mismo del universo.


¿Cómo ha sido tu experiencia con esta práctica del mindfulness del cuerpo y los cuatro elementos? ¡Te leo en los comentarios! (abajo).


Hasta la próxima,

Marcelo Aguirre



Referencias

  • Thich Nhat Hanh (2015). The Heart of the Buddha's Teaching.



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