Artículo publicado en NinePoints Magazine, Revista Online de la IEA, International Enneagram Association: https://ieaninepoints.com/articles/entry/56029/
Orígenes de la teoría del apego
Originada en los años 50 con el trabajo pionero del psicólogo británico John Bowlby y posteriormente ampliada en los años 70 por la psicóloga norteamericana-canadiense
Mary Ainsworth, la Teoría del Apego identifica patrones de apego infantil como estilos duraderos de vinculación emocional entre individuos.
El concepto original de Bowlby fue revolucionario: las primeras experiencias de apego entre el niño pequeño y sus cuidadores más cercanos condicionarán fuertemente el estilo primario y secundario de vinculación emocional que desarrollará el individuo durante la adultez, y a lo largo de la vida, lo que se hará particularmente evidente en las relaciones de pareja y de trabajo.
Apego seguro
Aunque no es frecuente relacionar el estilo de apego con los tipos de respuesta autonómica simpática y parasimpática, podemos entender el apego seguro como una forma de respuesta condicionada ante la experiencia de habitar en un entorno tranquilo, estable y equilibrado.
(Nota: Recordemos que el sistema nervioso parasimpático se asocia a relajación y disfrute, mientras que el simpático está asociado a respuestas de tipo reactivas que buscan asegurar la supervivencia en situaciones de elevado distrés).
Para ilustrar el estilo de apego seguro, veamos el siguiente ejemplo:
El caso de Simón
De niño, Simón fue criado en un entorno seguro, armónico y amoroso. Desde temprana edad, sus necesidades físicas y emocionales fueron satisfechas mayormente en tiempo y forma. Sus padres tuvieron con él un estilo de crianza en el que le mostraban normas y límites claros, a la vez que se mostraban empáticos con el niño, con apertura al diálogo y disposición a escucharse mutuamente. Estas experiencias favorables y consistentes a lo largo de su crianza le permitieron desarrollar un estilo de apego seguro.
De adulto, a Simón le resulta fácil establecer conexiones cercanas, se siente cómodo en dar y pedir ayuda, y es hábil para trabajar en un equipo que posea una interdependencia saludable o sinergia. Tanto en la relación de pareja como en su trabajo, Simón demuestra ser abierto, empático, y asertivo en manejar conflictos de manera constructiva: escucha atentamente, comunica con claridad su punto de vista y establece límites justos de forma respetuosa, buscando siempre acuerdos equitativos.
Sintetizando, podemos afirmar que hay dos factores esenciales en la formación del apego seguro:
Entorno saludable: Un entorno armónico, estable y amoroso, donde se atienden las necesidades físicas y emocionales del niño en tiempo y forma.
Estilo de crianza equilibrado: Los cuidadores establecen reglas y límites claros, siendo al mismo tiempo empáticos, abiertos al diálogo y dispuestos a escucharse mutuamente. // Nota: este estilo de crianza es conocido en el ámbito de la Psicología del Desarrollo como estilo “con autoridad” y se diferencia del autoritario (en el que no hay escucha), del indulgente (en el que no hay límites claros y saludables) y del indiferente (en el que no hay cuidado en tiempo y forma (Morris & Maisto, 2009).
Apego inseguro
Siguiendo con la comparación entre el estilo de apego y las respuestas autonómicas, podemos afirmar que el apego inseguro es un tipo de respuesta simpatotónica (reactividad) condicionada por experiencias tempranas de distrés elevado/prolongado.
Por referencia al apego seguro, el apego inseguro surge a partir de entornos desfavorables para el niño y de haber éste recibido un estilo de crianza predominantemente inadecuado, es decir, indulgente, negligente o autoritario por parte de sus figuras principales de cuidado (su madre y padre biológicos o cualquier otra persona que cumpla el rol de cuidador, a cuyo cargo se encuentre satisfacer las necesidades físicas y emocionales del niño).
Los tipos de apego inseguro son los siguientes (Bowlby, 1969; Mikulincer & Shaver, 2010):
Apego ansioso: el cuidador a veces está presente; el niño se muestra temeroso y ambivalente con su cuidador y quienes lo rodean; a veces, excesivamente demandante con quienes le prestan atención.
Apego evitativo: el cuidador casi nunca está presente; el niño se manifiesta retraído, desconfiado y pesimista; tiende a alejarse de quienes muestran interés en interactuar.
Apego desorganizado: el cuidador está mayormente ausente y/o rechaza al niño (puede haber experiencias de abuso). El niño se muestra emocionalmente inestable e impulsivo, agresivo y/o autolesivo, y alterna entre respuestas de afecto y agresividad frente al cuidador y a los vínculos cercanos en general.
Para ilustrar el estilo de apego inseguro, veamos el siguiente ejemplo:
El caso de Teresa
Teresa, fue criada en un entorno marcado por adicciones, carencias materiales, gritos y peleas constantes. Desde la infancia, sus necesidades físicas y emocionales pasaban desapercibidas ante sus cuidadores, debido al estrés constante y creciente en el que vivían. Estas experiencias desfavorables en su crianza la llevaron a desarrollar un estilo de apego inseguro-desorganizado.
De adulta, a Teresa le resulta difícil establecer conexiones cercanas. Siente que las relaciones interpersonales son abrumadoras y desgastantes. Frecuentemente duda de las intenciones de quienes se acercan a ella afectuosamente y, en ocasiones, oscila entre excesiva demanda de atención, retraimiento, e irritabilidad en el trato con los que tiene cerca.
Confianza y formación de la personalidad (ego)
Para la Psicología actual y la Psicoterapia basada en la evidencia, es un hecho que las experiencias forman creencias y éstas forman nuestra mentalidad (mindset) y nuestro ego o personalidad, siento ésta una estructura psíquica a través de la cual experimentamos al mundo, a los otros y a nosotros mismos (Mikulincer & Shaver, 2010).
El ego es una estructura psíquica que se basa en creencias cristalizadas sobre quiénes somos y qué es el mundo. Nos experimentamos a nosotros mismos y al mundo a través del filtro de esta estructura. (…) Nuestra confianza ordinaria en las personas y las situaciones es altamente condicional y depende de la familiaridad y la confiabilidad. Las experiencias dolorosas o de sentirnos traicionados pueden alterar nuestra confianza en los componentes externos e internos de nuestra vida (Almaas, 2012, pp. 31-32).
Las experiencias favorables (especialmente a temprana edad) como sentirnos cuidados, amados, escuchados, valorados, forman un apego seguro, nos predisponen a sostener creencias optimistas. Además, desde un punto de vista complementario, podemos afirmar que las experiencias positivas que nos predisponen a desarrollar un apego seguro también nos conectan con una confianza profunda, preverbal (hay quienes la consideran "espiritual), una experiencia conocida como confianza básica: la confianza en la bondad inherente del mundo y de nosotros mismos como parte del Todo (Almaas, 2002).
Por el contrario, las experiencias traumáticas y altamente dolorosas (abusos, abandono, duelos, violencia, humillación…) nos desconectan de la confianza básica y producen en la psique una fuerte tendencia a sostener creencias nucleares pesimistas acerca de cómo funciona el mundo (los otros), cuán valiosos somos (ego), y qué nos depara el futuro.
Eneagrama de los Estilos de Apego Inseguro
A continuación presentaré las correlaciones entre el Eneagrama y la Teoría del Apego en base a mi investigación y experiencia clínica.
Nótese que estas correlaciones se ofrecen como un lente a través del cual identificar los estilos de apego inseguro, principal y secundario, que cada eneatipo tiene mayor tendencia a desarrollar por afinidad a su estructura y funcionamiento mental en el plano del ego (en el plano de la Esencia, todos tienden al estilo de apego seguro).
Sintetizando, tenemos los siguientes apegos inseguros primarios y secundarios de cada eneatipo:
Ansioso / Evitativo: 1, 3, 6
Ansioso / Desorganizado: 2
Evitativo / Ansioso: 7
Evitativo / Desorganizado: 5, 8
Desorganizado / Ansioso: 4
Desorganizado / Evitativo: 9
Nótese que, dado que las experiencias tempranas altamente estresantes para el niño produjeron huellas mnémicas que se activan con experiencias posteriores de distrés en contextos íntimos o emocionalmente significativos, el adulto tiende a reaccionar simpatotónicamente de acuerdo al estilo de apego inseguro que ha desarrollado, como hemos afirmado anteriormente.
Así, podemos considerar que el estilo de apego inseguro principal muestra una tendencia habitual a relacionarse vincularmente de un determinado modo, esto es, un patrón habitual de pensar, sentir y reaccionar ante manifestaciones de afecto en contextos marcados por moderado a elevado monto de distrés. Mientras que el estilo secundario surge como una estrategia complementaria ante el distrés elevado, al servicio de la estrategia principal, a saber, huir (evitativo); demandar atención (ansioso); o alternar entre alejamiento, acercamiento y agresión (desorganizado).
A continuación, veamos más en detalle cada una de estas correlaciones.
Apego principal ansioso, secundario evitativo
Tipo 1
Esforzados por la perfección y el orden (hacer lo correcto), podrían haber crecido en entornos donde no se toleraba el error; de allí su ansiedad por apegarse a las reglas y satisfacer expectativas (lo cual pondrán de manifiesto en sus relaciones interpersonales, especialmente en los ámbitos de la pareja y el trabajo).
Su estilo secundario evitativo es una estrategia aprendida para eludir el error y evitar la crítica y el conflicto (Nota: el subtipo sexual puede ir al choque ante lo “incorrecto”, por lo que manifestaría mayor tendencia secundaria al estilo desorganizado).
Tipo 3
Motivados a conseguir el éxito y la mirada externa de aprobación, podrían haber experimentado entornos en los que se valoraba predominantemente sus logros; de allí su ansiedad por sobresalir y parecer competentes.
Su estilo secundario evitativo ante las emociones que podrían parecer un signo de debilidad (tristeza, culpa, vacío), es una estrategia para eludir cualquier forma de fracaso/incompetencia.
Tipo 6
Preocupados por la seguridad y la lealtad, pueden haberse enfrentado a entornos en los que la protección se sentía incierta; de allí su marcada ansiedad generalizada.
Su estilo secundario evitativo es un mecanismo de defensa ante el abandono o la traición, lo que los lleva a distanciarse preventivamente (Nota: el subtipo sexual o contratipo 6, puede verse más orientado a confrontar ante una amenaza o posible traición, lo que lo predispondría más a un estilo secundario desorganizado).
Apego principal ansioso, secundario desorganizado
Tipo 2
Centrados en ser amados y necesitados, en la infancia pueden haber recibido afecto y atención condicional, a cambio de satisfacer las necesidades de los demás; de allí su ansiedad por agradar y conquistar.
Su estilo secundario desorganizado surge como expresión de la confusión y frustración que sienten ante la inconsistencia o poca fiabilidad del amor y apoyo de parte del otro.
Apego principal evitativo, secundario ansioso
Tipo 7
En constante busca de entretenimiento y variedad, tienden a evitar entrar en el terreno de las emociones profundas debido a tempranas experiencias en las que sus necesidades emocionales no fueron atendidas adecuadamente; de allí su tendencia a buscar la felicidad en lo externo y superficial.
Sus estilo ansioso secundario surge en las relaciones más íntimas, revelando los temores subyacentes de quedar atrapado en algún tipo de malestar emocional o privado de su libertad (temor a no poder huir).
Apego principal evitativo, secundario desorganizado
Tipo 5
Priorizando tanto la independencia como el conocimiento, desarrollaron un estilo primario de apego evitativo con escasa expresión emocional como respuesta a experiencias que los llevaron a ser autosuficientes (cuidadores intrusivos), en un entorno donde no se recompensaba la expresión emocional (cuidadores emocionalmente distantes).
Su estilo desorganizado secundario surge cuando sienten que tienen que defenderse de intrusiones, volviéndose cascarrabias y retirándose a actividades solitarias o intelectuales.
Tipo 8
Esforzándose por encarnar la fuerza y mantener el control, desarrollaron un estilo primario de apego evitativo frente al lado sensible de la vida, como respuesta a entornos en los que la sensibilidad era percibida como vulnerabilidad y/o debilidad.
Su estilo desorganizado secundario surge como reactividad con bronca o frustración ante lo que interpretan como avances desafiantes de parte de los otros, y está al servicio de probar que conservan el control, a la vez que protege su vulnerabilidad.
Apego principal desorganizado, secundario ansioso
Tipo 4
Profundamente en contacto con sus sentimientos y en busca de identidad, podrían haber experimentado tempranamente turbulencia emocional o negligencia de parte de las figuras de cuidado y protección, lo que los predispuso a desarrollar un estilo primario de apego desorganizado, oscilando entre acercarse en busca de conexión y retirarse por miedo al rechazo, con intermitentes explosiones de bronca y frustración.
Su apego secundario ansioso y dramático es una consecuencia de sentirse incomprendidos y del temor a no ser amados.
Apego principal desorganizado, secundario evitativo
Tipo 9
Habitualmente desconectados de sus necesidades emocionales profundas (de allí su apariencia de imperturbabilidad), podrían haber crecido en entornos donde sus necesidades individuales fueron pasadas por alto, lo que los predispuso a formar un estilo primario de apego desorganizado, sintiéndose confundidos acerca de cuán importante son y sobre cómo deberían afirmarse ante quienes parecen ignorarlos; oscilando entre resignación, preocupación y frustración.
Su estilo secundario evitativo y procrastinador es un mecanismo de afrontamiento para intentar eludir el conflicto y las emociones incómodas.
Los Eneatipos con Apego Seguro
Cuando nos sentimos tranquilos, cuando sentimos que el entorno en el momento presente no es un lugar amenazante en el que nos tenemos que defender; cuando nos relajamos y entramos en confianza, nuestro sistema nervioso parasimpático se activa induciendo relajación y favoreciendo experiencias de disfrute y sensación general de bienestar.
Puesto que es un estado parasimpatotónico, estilo de apego seguro implica una disminución de la tensión muscular, una relajación del diafragma (como la que logramos a través de la práctica del Mindfulness de la respiración honda), un descenso de los niveles de las hormonas del estrés (adrenalina y cortisol, principalmente), y un ascenso de los niveles de las llamadas moléculas de la felicidad (serotonina, dopamina, endorfinas, entre otras) en nuestro encéfalo.
Así, cuando experimentamos un estado de relajación, bienestar y disfrute en compañía del otro, el estilo de apego seguro se erige como una manifestación de lo mejor de nosotros mismos. Eso es exactamente lo que podemos apreciar en el Eneagrama de los apegos seguros, cada eneatipo en su mejor versión (en un nivel de funcionamiento psicosocial óptimo, lo que tradicionalmente se conoce como estar en conexión con la Esencia).
Cabe destacar que existe una interconexión entre el autoconocimiento, la regulación emocional y la calidad de las relaciones interpersonales. De allí que cada eneatipo puede beneficiarse sobremanera de la práctica transformadora del Mindfulness (y cualquier otro tipo de práctica meditativa o contemplativa) para desarrollar un estilo de apego más seguro.
La práctica regular del Mindfulness, por ejemplo, a pesar de su sorprendente simplicidad, es tan sanadora y transformadora que les permitirá a cada eneatipo aprender el arte de las artes, aprender a estar presentes, relajados y abiertos al disfrute en conexión con el aquí y ahora, reduciendo así la reactividad simpatotónica (propia de los apegos inseguros) y fomentando una respuesta más parasimpatotónica (relajación y disfrute), logrando mayor resiliencia bajo estrés y relaciones interpersonales más armónicas y satisfactorias.
Sugerencias de prácticas transformadoras para moverse hacia un terreno de Apego Seguro
Tipo 1
Para moverse conscientemente a un terreno de apego seguro, los Uno se beneficiarán sobremanera de la práctica de la meditación de autocompasión, que los ayudará a aceptar el error y apreciar el esfuerzo, no sólo las formas, en sí mismo y en los otros (especialmente pareja y colegas).
Tipo 2
Para moverse conscientemente a un terreno de apego seguro, a los Dos les sugiero practicar regularmente la visualización de dar y recibir (particularmente imaginando ciclos naturales, trabajando así con el hemisferio derecho, la sabiduría y humildad de la naturaleza, como la tierra que se abre a recibir el agua de la lluvia, y produce plantas que devuelven la humedad al ambiente, generando un ciclo de dar y recibir, sin egoísmo ni dependencias). También les será de gran provecho llevar una bitácora (diario) de necesidades personales.
Tipo 3
Para moverse conscientemente a un terreno de apego seguro, los Tres se beneficiarán de llevar una bitácora de emociones, en la que día a día vayan conectando con su mundo interno, más profundo y auténtico que el vaivén de los juicios externos, e incluso más allá de los logros y fracasos de la vida. También les será transformador dedicar tiempo regular a conversaciones íntimas con amigos auténticos donde puedan abrir el corazón, sin ser juzgados.
Tipo 4
Para moverse conscientemente a un terreno de apego seguro, a los Cuatro les recomiendo practicar regularmente el mindfulness de la montaña (visualización e identificación con la solidez y estabilidad de la montaña) para cultivar la ecuanimidad y lograr la autorregulación emocional sin acudir a dependencias exteriores.
Tipo 5
Para moverse conscientemente a un terreno de apego seguro, los Cinco se beneficiarán grandemente de dedicar tiempo a conversaciones íntimas regulares con personas de confianza (amigo íntimo, pareja, familiares cercanos) para ejercitar la apertura del corazón y la escucha empática mutua.
Tipo 6
Para moverse conscientemente a un terreno de apego seguro, a los Seis les sugiero practicar regularmente mantras de autoafirmación (del tipo «Confío en mi» o similares); y práctica de la sonrisa interior (sonrisa leve) para desactivar la simpaticotonía del estado de alerta, disminuir la ansiedad y acostumbrarse poco a poco a vivir en un estado de mayor relajación y tolerancia al distrés.
Tipo 7
Para moverse conscientemente a un terreno de apego seguro, a los Siete les recomiendo practicar regularmente ejercicios de respiración diafragmática (ancla al presente); y saborear cada momento, con mayor concentración de la atención, sin huidas ni evasiones.
Tipo 8
Para moverse conscientemente a un terreno de apego seguro, los Ocho se beneficiarán sobremanera de ejercitar reconectar con su lado sensible en espacios seguros como retiros individuales o de pareja, grupos de autoayuda, teatro terapéutico, biodanza y similares.
Tipo 9
Para moverse conscientemente a un terreno de apego seguro, a los Nueve les recomiendo, en primer lugar, practicar regularmente ejercicios de auto-indagación que los ayuden a reconectar son sus necesidades, por ejemplo, mediante los siguientes disparadores: «¿Qué siento? ¿Qué necesito? ¿Qué prefiero?», y similares. Y, en un segundo momento, compartir con la pareja o amigos íntimos los insights obtenidos de estas reflexiones.
Finalmente, recordemos que las neurociencias, con abrumadora evidencia, nos confirman que nuestro cerebro es neuroplástico (Machado et al., 2008), por lo que siempre podemos incorporar cambios en nuestra personalidad, siempre podemos flexibilizar patrones rígidos e incorporar hábitos nuevos más saludables. Además, gracias a la neuroplasticidad hoy somos más conscientes que en el pasado de que el trabajo personal no termina con la identificación de un eneatipo, ni con hallar el propio estilo de apego principal y secundario, sino que la identificación dentro de un sistema de categorías, cualquiera sea, es sólo el primer paso en un proceso continuo de aprendizaje, sanación y transformación. Que así sea para todos los que estamos en el proceso del despertar.
¡Hasta la próxima!
Marcelo Aguirre
Referencias
Almass, A. H. (2002). Facetas de la Unidad. El Eneagrama de las Ideas Santas. La Liebre de Marzo.
Bowlby, J. (1969). Attachment. Random House.
Machado, S., Portella, C. E., Silva, J. G., Velasques, B., Bastos, V. H., Cunha, M., ... & Ribeiro, P. (2008). Aprendizaje y memoria implícita: mecanismos y neuroplasticidad. Rev Neurol, 46(9), 543-549.
Mikulincer, M., & Shaver, P. R. (2010). Attachment in Adulthood: Structure, Dynamics, and Change. Guilford.
Morris, C. G. & Maisto, A. A. (2009). Psicología. Pearson.
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